martes, 3 de diciembre de 2013

Ciego que apuntas y atinas,
caduco dios, y rapaz,
vendado que me has vendido
y niño mayor de edad:
por el alma de tu madre,
que murió, siendo inmortal,
de envidia de mi señora,
que no me persigas más.
Déjame en paz, amor tirano,
déjame en paz.

Amadores desdichados,
que seguís milicia tal,
decidme, ¿que buena guía
podéis de un ciego sacar?
De un pájaro, ¿que firmeza?
¿Que esperanza, de un rapaz?
¿Que galardón, de un desnudo?
De un tirano, ¿que piedad?
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz.

Diez años desperdicié,
los mejores de mi edad,
a ser labrador de amor
a costa de mi caudal.

Baste el tiempo mal gastado
que he seguido, a mi pesar,
tus inquietas banderas,
forajido capitán;
perdóname, Amor, aquí,
pues yo te perdono allá,
cuatro escudos de paciencia, 
diez de ventaja en amar.
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz.

Como aré y sembré cogí,

aré un alterado mar,
sembré una estéril arena,
cogí vergüenza y afán.
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz.

Una torre fabriqué

del viento en la raridad,
mayor que la de Nembroth
y de confusión igual;
gloria llamaba a la pena,
a la carcel, libertad,
miel dulce al amargo acíbar,
principio al fin, bien al mal.
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz.
                           Góngora 1580

Versión cantada por Paco Ibañez: http://youtu.be/4H8Ase57VpM

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