Un día antes se señaló el prodigio:
Dos rosas rojas florecieron sin causa
del rosal amarillo. Y una
bandada blanca de palomas
voló en el sol más alto y la vieron
los niños.
Coció el pan en el horno sin quemarse.
Sus huevos de dos yemas pusieron las gallinas.
La luna mantuvo su brillo en la mañana
y apareció un nenúfar en la alberca.
En la sombra, bajó mas de ocho grados el filo
del mercurio
y la yegua cantó como una loca.
Sé que era verano.
Que llovieron cien litros sin que nadie
los viera, transparentes
al trigo y a los ojos.
El milagro fue mío.
todavía me salta
en su gozo iniciático, mojado el corazón
si lo recuerdo.
Juana Castro